En el presente aún estamos sumergidos en las incertidumbres que nos legaron las teorías políticas del siglo XX.
En actualidad nada se queda sin saber tan pronto se origina
un fenómeno. Los monopolios informativos se están derrumbando dado la
libertad que ofrece la era de la comunicación global. Esto constituye la mejor
noticia para los amantes de la verdad.
¿Por qué se plantean en el plano político y como discurso de campañas políticas tantas inconsistencias y
paradojas? La respuesta es muy sencilla: porque hace falta un gigantesco lavado de cerebro de los conceptos y procedimientos aplicados hasta ahora dentro de la etapa 'democrática', que pareciera ser la teoría más honesta y convincente.La política partidista fue una herramienta para defender intereses económicos. Pareció un excelente bastón imprescindible, mas, la verdadera política está en nuestras ideas previas, en nuestra imaginación y en la facilidad de cambiar cuando los hechos demuestran que no vamos en la dirección correcta. Enfrentar un grupo de intereses con otro es una auténtica paparruchada.
Aceptar las teorías políticas actuales ciegamente es renunciar para
siempre aprender algo nuevo sobre el mundo que nos rodea. Una teoría es cierta
cuando describe con precisión un amplio conjunto de observaciones sin necesidad
de emplear parámetros arbitrarios, y debe encajar con todos los principios que rigen
los fenómenos sociales, no con unos cuantos.
Es
necesario derrumbar muchos vicios y postulados que hoy damos por ciertos, y que
son, precisamente, los que no nos dejan avanzar.
Todo lo anterior no quiere decir echar marcha atrás y descartar la "democracia", por lo
contrario: el hecho de descubrir las fallas representa el inicio de una nueva
era de claridad que dote a los políticos de elementos nuevos, para que todos
podamos comprender de la mejor forma posible los fenómenos sociales.