¿Queremos disminuir la pobreza o queremos un país rico?
¿Queremos disminuir la contaminación o queremos una economía y procedimientos verdaderamente sustentables?
¿Queremos combatir la inseguridad (encerrando, matando, eliminando a los malechores), o queremos ayudar a la gente a construir un futuro legítimo?
Se han escrito mares de palabras (ya que no se puede decir más, ríos de tinta), y la tarea por delante es inmensa, pero sabemos que no podemos contar ni con presupuesto ni con maestros idóneos. Si la acción educativa va a estar mediada por estos dos factores, el fracaso, o la dilación de logros, está asegurada; de modo que es preciso concebir una estrategia que esquive estos obstáculos.
El
presupuesto, que es poco, ha de estar volcado a una Institución que
programe, planifique, ordene y regularice las tareas, haya o no haya
docente; para eso está Internet.
Por otra parte se
requiere de la acción proactiva del alumno. Ya no serán los padres y
maestros los que lo exijan, estimulen y empujen; será él mismo quién lo
haga. Para ello habrá de encontrar y definir su inquietud, su gusto, su
interés, su talento...y seguirlo fielmente.Y todas las personas que quieran participar serán promotores.
En eso consiste cantar el himno con la mano en el corazón.