Quiénes se inmiscuyen en política con seriedad, buenas inteciones y responsabilidad han de saber con certeza que se enfrentan a un tirano: las costumbres, que imponen
absurdos condicionamientos. Se trata del "conjunto
de opiniones o procedimientos basados en ideas falsas que, por costumbre y repetición se tienen como verdaderas".
Todos sentimos que es imprescindible un cambio.
Generalmente un cambio lleva directamente a un conflicto violento, porque habrá mucha gente que no entiende de lo que les están hablando y luchará por retener los provilegios adquiridos. La más de las veces el cambio no tiene que ver sino con un intento de que el poder coercitivo cambie de mano.
Aquí no se trata de los privilegiados y los dagnificados, y viceversa. O sea, no se trata de un conflicto entre la derecha (privilegiada) y la izquierda (dagnificada).
Se trata de una modificación profunda y radical de las aspiraciones colectivas.
Lo primero es la salud y el respeto por los elementos: aire, agua, tierra, radiación solar, a lo que está asociado el respeto por los recursos.
La sociedad ha de salir de esas casuchas miserables adonde los condujo el régimen actual; han de aspirar al conocimiento (no cualquier conocimiento) y a la organización pertinente, sostenible y limpia. El afán de superación personal ha de ser la razón de sus vidas.
Necesitamos rebelarnos contra la tiranía del
convencionalismo social, creador de hombres y mujeres en declive espiritual y
falsos actores de una vida que han construido otras personas que vivieron mil
años antes que ellos. Quienes obedecen a esa tiranía, viven ajenos a cualquier análisis a fondo sobre sí mismos. Al pertenecer
al conjunto de los que "hacen lo mismo", adoptan una actitud que se
torna rutinaria, y ocupan la energía para reflexionar y pensar en cuestiones ajenas a la propia vida, que, en cuanto transcurre tranquilamente, se
considera resuelta".
Las personas comunes se conforman con lo cotidiano, que se les
convierte en un hondo motivo de vacío interior, con sentimientos
dolorosos de ansiedad, desasosiego, insatisfacción, inseguridad e
incertidumbre.
Y los que se ufanan buscando respuestas más satisfactorias son vistos como "raros".
Son considerados raros, peligrosos, terroristas, todos los que intentan liberarnos de convencionalismos y
de tradiciones, esquemas, marcos referenciales, prejuicios, ideologías,
simbolismos, imposturas, supuestos, pareceres y modelos sociales acríticos.