El hombre es el amigo del hombre.
La historia nos
muestra que el hombre es más grande que sus desuniones y discordias.
Si no pretendemos que el otro es un amigo, la política se convierte en cinismo, la economía
en dominio y la sociabilidad en cadena perpetua.
La calidad civil, moral
y espiritual del tercer milenio dependerá de nuestra capacidad de ver
en el ser humano, a todos los niveles, algo más de lo que hemos visto
hasta ahora y de dotarnos de instituciones de amistad, que favorezcan la
paz, la concordia, el bienestar y la vida buena.
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